Una botella en el mar de Gaza
A Naim
No sé si este mensaje llegará a ti o si se perderá en el mar, como tantas otras cosas en Gaza. Pero si lo encuentras, si lo lees, ojalá te haga sentir que alguien, en algún lugar, piensa en ti y quiere saber cómo estás.
No te conozco, pero sé que sueñas con otra vida, aunque todo a tu alrededor se derrumbe a pedazos poco a poco. Sé que corres por las calles en ruinas, que estas todo el rato pensando en los pequeños momentos de felicidad como si fueran un escudo para olvidarte de lo que realmente te da miedo.
Y sé que vives en un sitio donde la infancia es muy dura, donde los sueños se hunden antes de tiempo.
Te escribo desde otro lugar, desde un sitio donde no hay bombas ni drones. Aquí la guerra es algo que sale en la tele y que cambia de canal con un botón. Aquí los niños juegan sin miedo y pueden imaginar futuros que no dependen de un alto el fuego o de si sigo vivo quiero cumplir mi sueño.
Es injusto, lo sé, y no sé qué hacer con esa injusticia más que escribirte este mensaje.
Sigues adelante porque no tienes otra opción, porque la vida sigue incluso entre los desechos. Dibujas soles porque, aunque el cielo traiga nubes negras, en algún rincón de tu vida sigue habiendo luz. Te queda fuerza para correr, para reír, para soñar, porque aunque todo parezca roto, aún hay algo dentro de ti que se niega a rendirse y perderlo todo.
No sé qué puede hacer un mensaje en una botella. Tal vez nada, tal vez todo. Tal vez solo sea un grito en el mar, pero si lo lees, quiero que sepas que no estás solo. Que alguien, lejos de ahí, se pregunta por ti, por tu historia, por lo que vendrá. Que hay personas que no queremos que Gaza sea solo otra noticia más, que no queremos olvidar.
Ojalá algún día puedas contarme cómo terminó tu historia, ojalá esa luz que te queda en un rincón de tu vida sea valioso y sirva para algo a lo largo de tu vida y puedas conseguir todo lo que te propongas sin tente que depender del miedo.
Desde aquí, desde el otro lado.
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